sábado, 9 de abril de 2011

El referendum: una iniciativa indigna


La estrategia insurreccional del catalanismo político sigue su curso. Mañana día 10 el referéndum bufo se celebrará en Barcelona como un acto más de esa estrategia. Este remedo de referéndum constituye un insulto a la inteligencia, un desprecio al estado de derecho y un acto sacrílego contra la democracia. Estamos ante un claro ejemplo de cómo una privilegiada minoría vanguardista resuelta, que controla los puntos clave de una sociedad por su posición oligárquica, es capaz de impulsar un cambio político y sociológico.

Esta mascarada en la que no han dudado en participar el ex presidente Pujol y el propio presidente de la Generalidad junto a sus consejeros, dinamita la dignidad de las instituciones de autogobierno catalán. En Cataluña, entre “cimeras” y “referéndums callejeros” se inaugura un nuevo modelo de bullangas desestabilizadoras de funesto recuerdo.

Frente a esta ofensiva ni PP ni PSOE son capaces de reaccionar. La tesis del apaciguamiento sigue instalada de hecho en los supuestos partidos nacionales. Cuando menos se lo esperen el Parlamento catalán declarará en virtud de su soberanía la independencia. Están trabajando activamente para ello. La actual crisis económica al final será el medio a través del cual la industria catalana dejará de ser cautiva del mercado español; es el reto que el catalanismo político se han planteado: un modelo productivo intensivo en capital que creará empleo sólo para los cachorros del catalanismo y que condenará al paro estructural a amplios sectores del mundo obrero catalán, precisamente el sector social que le ha permitido alcanzar la acumulación de capital necesario para cortar el cordón umbilical con el ser que le dio vida.

La historia se repite: el catalanismo, una vez obtenidos los beneficios de su parasitismo con España, se desentiende de ésta en sus momentos más críticos. Pasó en 1898 con el fin de la economía colonial y puede pasar ahora otra vez con el fin de la economía manufacturera y del ladrillo.

La única solución posible para parar los pies a esta aventura es la consolidación de una fuerza política que, con vocación de alternativa al sistema bipartidista español, cautivo del juego de bisagra de los partidos nacionalistas, pueda, a corto plazo, mientras se consolida como alternativa, sustituir a los partidos nacionalistas como árbitros del equilibrio político en el Congreso de los Diputados.

No se puede esperar en España una solución a la vasca: un gobierno de concentración nacional. Tampoco se puede esperar, habida cuenta de la experiencia, un pacto de Estado entre las dos grandes fuerzas. Es necesario que desde la sociedad española emerja un sector social que se aglutine políticamente para jugar el papel de árbitro.

UPyD es la fuerza política mejor posicionada para dirigir este proceso. Las próximas elecciones municipales y autonómicas en España ofrecen la ocasión para consolidar la implantación necesaria para acometer con éxito las próximas elecciones generales. Es la hora de construir organización y hacer el rodaje de sus estructuras.

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