jueves, 19 de mayo de 2011

Democracia real: compromiso y esfuerzo real


Ayer estuve en la Plaza de Cataluña en Barcelona yo también. Yo también pido democracia real. Hace muchos años que trabajo por ella. Mi compromiso político dentro del socialismo democrático se basaba en eso. Concebía y concibo el socialismo como un proceso permanente de profundización de la democracia.

Me singularicé dentro del PSC por decir lo que pensaba en cada momento aunque me quedara sólo. Para mí un partido político es no solo un instrumento de encuadramiento político-organizativo, sino también un instrumento de participación política que te permite incidir en la orientación de las decisiones políticas con mucha más frecuencia que con un voto cada cuatro años.

Un ciudadano responsable y comprometido políticamente, cuando encuentra que la fórmula político-organizativa en la que está participando ha traspasado los límites de lo que uno considera asumible políticamente en aras de una eficacia colectiva, deja esa fórmula e impulsa una nueva que se ajuste más a los valores que considera importantes.

Si esta situación responde además a la percepción de más ciudadanos, después de algunos intentos la nueva fórmula política sale y se articula jurídicamente como un nuevo partido. Esa es la grandeza de la democracia.

Porque creía que la alternancia política que se ha instalado en el país quedaba viciada de origen por el juego asimétrico y sesgado al que le obligaban los partidos nacionalistas excluyentes. Porque creía que el sistema electoral era el instrumento que facilitaba esta situación. Porque creía que era necesario introducir elementos de democratización interna de las maquinarias políticas con el sistema de primarias. Porque creo que es necesario un sistema educativo que cohesione a la sociedad española en unos valores básicos compartidos. Porque creo que es necesaria una regeneración de la clase política. Por todo ello me incorporé a UPyD.

La democracia real está al alcance de todos los ciudadanos permanentemente; se trata simplemente de ejercerla. Sólo requiere compromiso y esfuerzo continuado. Como todo en la vida.

domingo, 8 de mayo de 2011

Barcelona: Ciudad abierta o capital nacional

Es el momento oportuno de replantearse a fondo el modelo de futuro de Barcelona. La crisis amenaza pero también da oportunidades para acometer nuevas experiencias.

Un largo ciclo se ha cerrado. Todo parece que políticamente también. Barcelona ha cambiado mucho, es una ciudad moderna con una situación privilegiada que la hace muy atractiva para que la gente viva en ella.

Un dilema se le presenta ahora cuya resolución condicionará fuertemente su futuro. ¿Desea Barcelona ser una capital nacional o, por el contrario, prefiere las oportunidades que ofrece ser una ciudad nacionalmente abierta?

Como capital nacional, dado los límites demográficos y naturales que tiene (mar, montaña, municipio pequeño) se transformará en una ciudad burocrática de funcionarios. Probablemente con una identidad muy marcada pero que, en el mejor de los casos, derivará seguramente sólo en un intenso tipismo de, lógicamente, rentabilidad turística pero, sin duda, limitada.

Como capital abierta, atractiva a cualquier iniciativa que implique un desarrollo estratégico bien encajado en las aspiraciones de sus ciudadanos, sus posibilidades serán mucho más amplias. Esta alternativa requiere externalizar aquellas funciones de administración nacional que, por sus características, puedan resultar más eficientes concentradas en instituciones y ámbitos especializados. Se trataría de subcontratarlo bien.

Esta decisión estratégica es importante, quizás la más importante que tenemos que tomar los ciudadanos de Barcelona. UPyD está a favor de una ciudad abierta para poder recuperar la capacidad emprendedora y creadora de riqueza que nunca debimos de perder y, por ello, preferimos que algunas competencias vuelvan a ser de responsabilidad del Estado. Por interés.

viernes, 6 de mayo de 2011

Barcelona: ¡abajo las murallas!

Casi todas las ciudades europeas importantes con largo pasado como Barcelona han tenido murallas. Otras ciudades se formaban alrededor de un castillo o fortaleza en el que los pobladores se refugiaban en caso de ataque. Era la lógica de los tiempos.

Las murallas eran necesarias para defender la ciudad de posibles enemigos, pero servían también para que el señor o soberano de turno ejerciera un control sobre todo lo que acontecía en su interior.

Como dispositivo defensivo dejó de funcionar cuando la tecnología militar desarrolló la artillería. Como instrumento de control duró hasta que fue más interesante para el poder de turno promover su desarrollo urbanístico.

Con el tiempo las murallas cambian y hoy desde el poder se han levantado otras murallas que con el pretexto de defenderla la controlan y la limitan. El proyecto del catalanismo para Barcelona es la nueva muralla de la ciudad. Curiosamente de nuevo desde la ciudadela, donde se sitúa el actual parlamento catalán, se han habilitado leyes que, so pretexto de hacerla capital de Cataluña, van a limitar su crecimiento como capital española y urbe global.

Con el proceso reduccionista del catalanismo Barcelona pagará—lo está pagando ya—un precio elevado. Aún se está a tiempo de evitarlo. Barcelona necesita integrar política, económica, social y urbanísticamente toda el área metropolitana: la ciudad real. 

Unificación municipal, elecciones de primer grado y una organización adecuada de todos los servicios son objetivos inaplazables para el futuro que necesita nuestra sociedad. Cuanto más se tarde en acometer este desafío, peor será. UPyD está por la labor.

¡Abajo las murallas!